escuchar, contemplar, meditar

Se ha tratado  hoy el tema de la devoción al guía espiritual, justamente la raíz del camino, que es una de las realizaciones más difíciles en el budismo. A propósito de ello, se ha debatido sobre la forma correcta de afrontar las sesiones. Ya sea en grupo o de manera individual, pueda servir este texto de Gheshe Tashi Tserin como reflexión.

«Una mente que asume correctamete extrae su conclusión o bien sin basarse en ninguna razón en absoluto o bien basándose en una razón fallida. Lo hemos escuchado, parece correcto y, por tanto, lo aceptamos sin que nuestro propio razonamientonuestra experiencia forme parte de ello. Aunque lo investiguemos de alguna manera, no llevamos esta investigación demasiado lejos.

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Puesto que esta consciencia asume en lugar de saber, no tiene la verdadera capacidad de reconocer realmente el objeto.  Aprendemos lo que es la impermanencia y asumimos que las cosas son impermanentes, y eso es bueno hasta cierto punto, pero podemos correr un gran peligro si nos sentimos satisfechos con nuestro análisis limitado y nunca vamos más allá, especialmente si nuestras suposiciones están acompañadas por una buena dosis de egoísmo intelectual. Por lo general, en el budismos tibetano hablamos de las tres sabidurias: la sabiduría de escuchar, la de contemplar y la de meditar. La consciencia que asume correctamente pertenece a la primera y sólo es verdaderamente útil si conduce a la segunda, que lleva lo que se ha entendido al siguiente nivel y finalmente conduce a una meditación unipuntualizada sobre el tema.»

Estudio de la mente. Psicología budista, Gheshe Tashi Tserin, Ediciones Amara.

A propósito de los ritos preparatorios

Durante la últimas sesiones del Lam Rim, hemos iniciado la lectura de la parte en la que se detalla todo lo referente a los ritos preparatorios. Como complemento de esa lectura, propongo estas explicaciones de Rigdzin Shikpo, quien fue discípulo de Chögyam Trungpa Rimpoché y de Dilgo Khyentse Rimpoché. Están recogidas en su libro: No mirar hacia otro lado, de Ediciones Dharma, pagina 181 y ss.

«El camino budista comenzó hace 2.500 años con el Buda Shakiamuni. No sabemos con exactitud qué aspecto tenía, pero la manera tradicional de representarlo sirve ya como buena base de inspiración. Muchos practicantes budistas tienen imágenes del Buda en sus hogares. Sin embargo, en Occidente muchos practicantes recién iniciados sienten un poco de vergüenza. Se preguntan si las representaciones del Buda son por sentimentalismo y si basta con evocar imágenes del Buda en la mente. Es pues importante comprender por qué se emplean estas imágenes físicas y cómo debemos entenderlas.

No tiene mucho sentido tener una imagen del Buda si la ves como una mera pieza de metal o de madera, colocada en la esquina de tu sala de meditación. Una imagen del Buda sirve de apoyo físico para la sensación de presencia del Buda; de igual modo que cuando quedamos con alguien, su apariencia física sirve de apoyo a su presencia. Podemos hacernos una idea del carácter de una persona según su modo de hablar, de gesticular y de moverse. Pero si pensamos en qué es esa persona, nos damos cuenta que es mucho más que su sola apariencia física y sus gestos. Algo parecido ocurre con la imagen del Buda; contribuye a la sensación de presencia, en este caso la presencia de la iluminación.

¿Qué sabemos realmente de la iluminación? ¿Qué significa exactamente decir que el Buda está presente en esta sala? Podemos pensar que es alguien que puede concedernos nuestro deseo más profundo, si contestamos todas esas preguntas trascendentales relacionadas con el sentido de la vida.

Según el budadharma, sólo podemos experimentar esas respuestas, a modo de compresión plena directa, cara a cara, en el nivel de la intuición o la inspiración (pero sin la imprecisión y vaguedad que puedan transmitir esas palabras). Un Buda, que literalmente significa “alguien despierto”, ha comprendido esto plenamente y lo puede transmitir a los demás. Sin embargo, esta transmisión no se realiza necesariamente por medio del lenguaje; puede darse de manera directa, de mente a mente; por tanto, no necesitamos una figura de buda parlante.

Así, cada vez que entremos en nuestro cuarto o sala de meditación, estamos en presencia de alguien despierto, alguien que también puede ayudarnos a despertar.

Mientras atraviesas la puerta, intenta imaginar cómo sería estar en presencia de un buda. Pero no lo pienses demasiado, pues no serviría de nada. Lo importante es sentir cómo sería estar en presencia de alguien despierto.

En la tradición budista nos abrimos a la presencia de los seres despiertos a través del cuerpo, el habla y la mente. Nos rendimos ante ellos por medio de postraciones, ofreciéndonos con el cuerpo sin echarnos para atrás. Nos ofrecemos con el habla recitando las oraciones del refugio y los votos del bodisatva, o recitando poesía o canciones que nos inspiren para poder sentir la naturaleza increíble de un encuentro con un verdadero buda. Finalmente, dejamos que nuestra mente repose en esa experiencia.

A veces se realizan ofrecimientos físicos, como flores, incienso, velas encendidas y demás. Los tibetanos suelen ofrecer siete recipientes de agua, que representan los siete elementos que se ofrecen a las visitas distinguidas en la India. Pero no importan los detalles; lo que importa es la sencillez y la pureza de la ofrenda. Después de la misma, nos sentamos delante de la imagen del Buda y dejamos reposar la mente, para entrar en una especie de comunión con la experiencia del despertar.

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…Es útil emplear imágenes materiales, porque podemos estar en contacto con ellas mientras realizamos nuestras actividades diarias. Sin embargo, el Buda no tiene por qué aparecer como una imagen externa. El Buda puede aparecer como una figura en nuestras mentes, pero no como algo visualizado brevemente. Puede ser simplemente una sensación de presencia evocada por una descripción sencilla de su apariencia y virtudes.

¿Y por qué quedarnos con solo un buda? Puesto que la iluminación llega a cualquier lugar, puedes pensar en miles de budas que irradian su luz por el espacio infinito, todos delante de ti… aunque no solo de ti… ¿Por qué tendrías que ser tú el único en tener ese vínculo con ellos? ¿Qué pasa con las personas a las que amas? ¿No los necesitan ellos también? ¿Y las personas que odias? ¿No los necesitan incluso más? ¿Por qué no todos los seres?

Imagina que un número casi infinito de budas, irradiando su luz en el espacio, está sentado delante de ti, y a tu alrededor se encuentran tus amigos, tu pareja, y todos los que amas: tus padres, hijos, sobrinos, maestros, vecinos… Todos tus seres queridos, humanos y no humanos, como las mascotas.

Pensar de este modo nos ayuda a incrementar la sensación de inmensidad. Nada está excluido: toda la iluminación está delante de nosotros, y todos los seres están a nuestro alrededor. Luego podemos imaginar que todos los seres hacen ofrendas físicas y repiten las oraciones de refugio o cantan oraciones de alabanzas a los budas y a la iluminación.

Finalmente, van desapareciendo poco a poco todas esas imágenes, pero la sensación de presencia permanece con nosotros, y podemos reposar la mente en ella.

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Volvamos a esa imagen de tener todos los budas frente a nosotros, con todos los seres sensibles reunidos a nuestro alrededor. No es importante si los budas están más o menos detallados. No quiero darle demasiada importancia al detalle, puesto que no es necesario; incluso puede ser contraproducente. A medida que te vas adentrando en la práctica, los detalles irán surgiendo, de manera casi espontanea. Lo realmente importante es la sensación de presencia.

Lo mismo ocurre con todos los seres sensibles. Es suficiente con tener una impresión de los diferentes tipos de seres reunidos a tu lado, con sus aspectos diferentes, sus personalidades, sus emociones. Puede ser un ejercicio breve, no tiene por qué ser algo detallado y duro.

La razón por la que tenemos delante a miles de budas en cualquier punto del espacio es para comprender que el despertar puede venir de cualquier parte. No está en un punto concreto, más que en cualquier otro. Necesitamos una sensación vívida e intensa del despertar surgiendo por todas partes.

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Otro modo de contactar con la iluminación es realizar oferndas de las cosas que poseas, o de todo lo que sea bello y valioso en este mundo. Acompañado por todos lo seres sensibles, ofreces tus percepciones sensoriales y cualquier tipo de flores, música, arte y pinturas: todos los atardeceres, los sonidos, olores, sabores: todo lo creado por la mente o la mano del hombre que sea digno de ser ofrecido. Ofrecemos todo esto a los budas por la iluminación completa.

La forma nos permite establecer una sensación de presencia del despertar y una fuerte experiencia de buscar refugio, tomar el voto del bodisatva o de realizar ofrendas. Luego podemos dejar la forma y centrarnos más en la sensación que acompaña a la búsqueda del refugio, a la bodichita o a cualquier actividad del darma que estemos llevando a cabo.»

escuchar, contemplar, meditar

«Una mente que asume correctamente (en lugar de saber) es una mente que extrae su conclusión o bien sin basarse en ninguna razón en absoluto o bien basándose en una razón fallida. Lo hemos escuchado, parece correcto y, por tanto, lo aceptamos sin que nuestro propio razonamiento o nuestra experiencia forme parte de ello. Aunque lo investiguemos de alguna manera, no llevamos esta investigación demasiado lejos.

Puesto que esta consciencia asume en lugar de saber, no tiene la verdadera capacidad de reconocer realmente el objeto.

(Por ejemplo…)

Aprendemos lo que es la impermanencia y asumimos que las cosas son impermanentes, y eso es bueno hasta cierto punto, pero podemos correr un gran peligro si nos sentimos satisfechos con nuestro análisis limitado y nunca vamos más allá, especialmente si nuestras suposiciones están acompañadas por una buena dosis de egoísmo intelectual. Por lo general, en el budismos tibetano hablamos de las tres sabidurias: la sabiduría de escuchar, la de contemplar y la de meditar.

La consciencia que asume correctamente pertenece a la primera y sólo es verdaderamente útil si conduce a la segunda, que lleva lo que se ha entendido al siguiente nivel (aportar el propio razonamiento o  nuestra experiencia) y finalmente conduce a una meditación unipuntualizada sobre el tema.»

Estudio de la mente. Psicología budista, Gheshe Tashi Tserin, Ediciones Amara

(las cursivas son añadidos al texto original)

Lo que se refuta

El último miércoles de Lam Rim consideramos conveniente volver a leer, dentro del adiestramiento en la visión superior, el primer punto clave: lo que se refuta.

“En las intenciones inferior y media has de refutar visiones tales como la de considerar inexistentes causa y efecto.”

El objetivo en la visión superior es llegar a reconocer la verdadera naturaleza de los fenómenos, la interdependencia; llegar a conocer que la persona, o sea el yo, y el resto de los fenómenos carecen de existencia propia o autónoma. Refutar la auto-existencia como algo verdadero. Para ello hay diversos razonamientos expuestos en las enseñanzas, pero

“cuando no reconoces más que una parte del objeto de refutación y haces uso servil de los muchos razonamientos diferentes expuestos en los clásicos madiamikas, tu análisis se efectuará solamente a través de imágenes mentales obtenidas de segunda mano en cuanto a estar establecido como algo aislado o cierto. Todo eso no serán más que meras palabras. No disminuirás en nada tu aferramiento a la existencia verdadera. Si no dejas que el objeto de refutación se te presente espontáneamente y, por el contrario, sólo reactivas el pensamiento del “yo” para usarlo en el análisis como nuevo objeto de refutación, sólo llegarás a una forma teórica de la visión”.

Por tanto, reconocer en la propia experiencia el aferramiento instintivo al yo es algo imprescindible en el camino de la intención superior.

La manera en que conocemos la realidad los seres ordinarios es una mezcla de verdad relativa y de existencia verdadera. Esto es, somos incapaces de separar la existencia convencional de los fenómenos de la creencia en su existencia verdadera o autónoma. Esto nos ocurre como seres humanos, pero le ocurre igualmente a los otros seres ordinarios, incluso a una hormiga.

Nuestra ventaja como seres humanos es que podemos mediante un método adecuado llegar a descubrir, separar e identificar esa sensación y creencia en la existencia autónoma del “yo”. Podemos en la experiencia real de cada uno llegar a descubrir esa sensación, algo que no es fácil, y puede hacerse de manera errónea, si no afinamos en el método. Eso es lo que se llama identificar correctamente el objeto de negación. El paso previo para poder  hacer luego toda la argumentación de su refutación, y llevarlo a la meditación.

Pues bien, el método está luminosamente explicado en la página 486 del Lam Rim de Pabongka Rimpoché. El encabezamiento empieza en la página 484, primer punto clave, lo que se refuta.

Calma mental

Iremos comentando cada semana algún apartado de nuestra lectura del Lam Rim. Hoy hemos continuado el tema de la calma mental, meditación unidireccional o meditación en un objeto de concentración, que es una de las seis perfecciones. El logro de la calma mental requiere unas condiciones precisas, un tiempo y una técnica adecuada, que están explicados en el Lam Rim pero que pueden quedarnos quizá un poco lejos a la mayoría de nosotros. Sin embargo, unos minutos de meditación unidireccional puede formar parte de nuestra práctica habitual de meditación y será beneficioso.

Ponemos abajo el enlace para descargar un audio de unos 17 minutos donde nuestro maestro Ven. Tritul Rimpoche explica de manera sencilla y escueta qué es shamata o calma mental. Aunque el prefiere utilizar el término de enfoque mental. Se trata de intentar permanecer sin distracción, sin agitación y tampoco sopor. O sea, permanecer así, enfocados en un objeto virtuoso.

Es preferible este término de enfoque al de concentración, porque el termino concentración tiene la connotación de esfuerzo, y el de enfoque mental se adapta mejor a la permanencia apacible. O sea calma mental.

La familiaridad con el objeto, dice Rimpoche, es importante. Cuando se puede enfocar el objeto al cien por cien se obtiene shamata. Para ello, la técnica principal es la conciencia y la atención plena. Estar consciente del objeto, de manera semejante al mindfulness, tan habitual hoy día.

Rimpoche recomienda hacer este tipo de meditación durante quince minutos al día inicialmente y da en el audio algunas instrucciones sencillas para realizar una sesión de meditación. El anima a llegar a casa y empezar ya, o sea por los menos meter los pies en el agua. Como él dice, tal como a nadar se aprende nadando, de la misma forma a meditar se aprende meditando.

Descargar audio (Si lo descargas con el móvil,  utiliza el navegador, da al símbolo de descarga -flecha hacia abajo arriba a la derecha- y escoge luego descarga directa. Son 15 megas)

Factores mentales: Crueldad

Este factor es el que nos hace dañar a los demás. Incluye la acción premeditada, o sea, cuando vemos que podemos dañar a los demás, y la acción en sí de dañar. Actúa antes de hacer una acción dañina y durante la acción misma. Incluye también el regocijo cuando oímos que alguien ha dañado a otra persona. Debemos tener mucho cuidado de que no surja cuando leemos los periódicos, vemos la televisión o cuando vamos al cine. Por ejemplo, cuando vemos en el cine que matan al malo de la película, nos alegramos y decimos o pensamos: “¡Estupendo!” O también, cuando tomamos partido en los problemas político entre diferentes países que están enfrentados, solemos pensar: “¡Dale fuerte! ¡Que se fastidie!

Es muy fácil generar este tipo de mente de alegrarnos del daño de los demás al leer los periódicos. O cuando se va a una corrida de toros, es muy fácil alegrarse de que al toro le claven la espada y lo maten. O si vamos a un combate de boxeo, disfrutamos viendo cómo se pegan. O cuando hay un enfrentamiento verbal entre partidos políticos y unos a otros se sacan a relucir sus faltas, nos lo pasamos muy bien.

Factores mentales

Thubten Chodron (Cherry Green)  y publicado por Ediciones Dharma, S.L.

Ambiciona la «Noble Riqueza», Dzongsar Jamyang Khyentse

     «Ya sea la riqueza mundana o la «noble riqueza» lo que anhelamos, ninguna es fácil de adquirir. Por arduo que sea trabajar para la riqueza mundana, debemos trabajar mucho más duramente para la noble riqueza de la mente de la renuncia, el amor incondicional, la devoción y la compasión, en especial durante las fases iniciales del camino espiritual.

     Kyabje Dilgo Khyentse Rimpoché decía que la única cosa con la que los practicantes no deberían estar nunca contentos es con la cantidad de enseñanzas de darma que reciben, estudian y practican, porque la riqueza del darma es la única clase que vale la pena tener. Es ésta una verdad que un asombroso número de maestros, santos y eruditos del pasado comprendieron tan bien que estuvieron dispuestos a intercambiar su vida misma por una sola palabra de darma. También sabían que aun cuando tendremos que abandonar el cuerpo, la casa y el saldo bancario al morir, el darma es la única forma de riqueza que podremos llevarnos con nosotros.

     Si te has prendado de la noble riqueza y te gustaría adquirir un poco para ti, debes primero someterte a cierto entrenamiento básico. Siendo realista, una afición genuina por un sendero espiritual sólo emerge de pascuas a ramos, lo cual no es ni de lejos lo bastante a menudo como para asegurar tu futuro espiritual. La inspiración y el anhelo auténtico de corazón son tan raros que podrías esperar una vida entera y ni experimentarlos una vez. Un disgusto y repulsión genuino por el samsara es igualmente escaso. Y como resulta improbable que se presenten por sí mismos, debes fabricarlos o manufacturarlos. Por consiguiente, una de las primera tareas para aquéllos recién llegados al camino espiritual es revisar sus presunciones básicas y simularlas.

     De primeras, hacer que te crees que el samsara es detestable puede parecerte chocante y antinatural pero, al adiestrar la mente una y otra vez para aceptar esa verdad, un sentido genuino de renuncia empezará con el tiempo a desarrollarse en ella. Lo mismo sirve para la devoción, la confianza, el contento o la tristeza. Una vez que cualquiera de estas emociones ha sido fabricada y fraguada durante tiempo suficiente, se convertirá de forma automática en genuina, razón por la que los principiantes deben contentarse con fundamentar la mayoría de su práctica en hacer que se lo creen.»

Dzongsar Jamyang Khyentse

No para ser feliz

Ediciones Dharma