Ye Tsongkhapa vivió en el Tibet de 1357 a 1419. Desde niño mostró unas extraordinarias cualidades para la vida espiritual, y dedicó la mayor parte de su vida al estudio de los grandes textos. En realidad, una de las grandes realizaciones de Tsongkhapa fue la lectura de prácticamente toda la literatura budista que existía en sus tiempos. Leyó, comparó y escribió comentarios, estableciendo conclusiones extraordinariamente válidas por su sólida argumentación lógica.
Entre otros muchos textos escribió un exhaustivo LAM RIM, un texto que describe las etapas del camino hacia la iluminación. El Lam Rim se considera un texto básico en la iniciación y en la práctica del budismo ya que es una auténtica guía para poder acceder al gran número de enseñanzas de Buda, y esto porque solamente de esta forma se nos ofrecen de una manera ordenada, eficaz y gradual. Hay que tener en cuenta que un largo camino solo puede ser recorrido por etapas.
El Lam Rim proviene de un primer compendio que realizó Atisha, maestro hindú nacido hacia el año 980. Este maestro dio en su época un importante impulso a las enseñanzas budistas en el Tibet. De Atisha proviene el linaje kadam, una de cuyas tradiciones más señalada es la enseñanza del Lojon o adiestramiento mental. El linaje kadam llegó a separarse en tres ramas hasta que fue reunido nuevamente y reformado por Tsonkhapa, convirtiéndose en la tradición guelug, a la que pertenecieron todos los Dalai Lama. Es cierto que estos por su elevado nivel espiritual gozan de una especial consideración en todas las escuelas y, de igual forma, el propio Dalai Lama muestra un profundo respeto por el resto de tradiciones.
Tsonkhapa llegó a fundar varios monasterios para la orden guelug, se pueden citar Ganden, Drepung y Sera, importantes centros de estudio y meditación, que continuaban la tradición de la antigua y famosa Universidad monástica de Nalanda.
Actualmente, en nuestro país el Lama Tenzing Tamdin ha impulsado la fundación y puesta en funcionamiento en Orense de la casa monasterio de Chu sup Tsang, gesto que enlaza con la notable tradición mencionada. En el budismo, más que el acto de fe, se valora de manera especial el estudio, el análisis y el razonamiento lógico, apoyado debidamente en las fuentes y en las enseñanzas de maestros cualificados.