Lo que Buda experimentó y mostró conforma un camino para trabajar la mente, para llegar a su nivel profundo y sutil, y conocer como funciona toda la realidad y nosotros mismos.
Buda pronuncio con este fin una gran cantidad de enseñanzas adecuándose a las distintas capacidades de quienes lo escuchaban y de quienes habían de recibir en el futuro esas enseñanzas.
Nosotros contamos con esta tradición: a finales del sigo X, un erudito indio llamado Atisha fue llamado al Tibet porque el budismo estaba degenerando allí, las enseñanzas estaban perdiendo la pureza del origen y estaban contaminándose con añadidos espúreos.
Del propósito de recuperar la pureza y origen válido de las enseñanzas, surgió el primer Lam Rim, Una luz en el camino, que enseguida fue valorado por los eruditos de la época por su eficaz concisión, sin pasar por alto ningún punto imprescindible para trabajar la mente y eliminar sus raíces negativas.
Siguiendo esta base de Atisha, se han compuesto posteriormente más comentarios que recogen esa estructura y contenido. Lama Tsongkhapa, quien inició la tradición guelug unificando linajes anteriores, escribió también en el sigo XIV un exhaustivo Lam Rim. Uno de los más recientes, y de lectura recomendada por nuestros maestros, es La liberación en la Palma de tu Mano, de Kyabye Pabongka Rimpoché. En él está recogida la esencia de las enseñanzas de Buda, sin faltar nada, y se expone de manera gradual el camino para su práctica. Se trata de un auténtico mapa, un itinerario. El objetivo es llegar a una mente que sepa apreciar de manera espontánea a todos los seres, la mente de la compasión. Y el método es el adecuado, porque así lo han experimentado numerosos maestros hasta ahora. Podemos confiar en ello, pero sólo lo experimentado y analizado por la propia experiencia terminará convenciéndonos. Este fue el propio consejo de Buda.
Se trata de estudiar la enseñanza, contemplar lo estudiado en relación con nuestro día a día, y meditar en ello para que la huella pueda afianzarse en nuestra mente. Cada cual a su propio ritmo, y siguiendo su propio nivel de compromiso y convencimiento.